Carnaval de Guadalupe: el látigo está en boga entre los jóvenes

Durante el carnaval, es imposible escapar del látigo que representa un elemento simbólico muy importante de los “grupos de piel”. El látigo también se convirtió en un juguete para los niños durante este período. Richelieu Chelza es un fabricante de látigos conocido en Guadalupe, fundó “Fwèt Gwada” en 2012. Tuvimos una reunión con él…

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¡El látigo! A algunos les gusta en el carnaval porque anima y parece que se convirtió en una manera para que los jóvenes de “grupos de piel” prueben su virilidad, el público les abuchea si no logran restallarlo… Algunas personas lo odian, piensan que es peligroso y se preguntan ¿por qué se resucitó este maldito objeto que se utilizó para azotar a los ancestros africanos durante la esclavitud?

El hecho es que el látigo se usa durante los desfiles de los “grupos de piel” para ahuyentar a los “malos espíritus” (como el incienso) y para anunciar la llegada del “Mas”. Tan pronto como se abre el período carnavalesco, los jóvenes de los barrios empiezan a hacer sonar sus látigos y, cada fin de semana, los que forman parte de un grupo de carnaval desfilan por las calles. El látigo también se convirtió en un juguete que los padres compran a sus niños.

Richelieu Chelza vive en Pointe-à-Pitre y es un fabricante de látigos muy conocido en el mundo del carnaval en Guadalupe. El sábado 9 de febrero pasado, estaba en el “Village Experience Carnival” en Pointe-à-Pitre. De 9:00 de la mañana a 6:00 de la tarde, su stand fue invadido por niños que querían un látigo durante este período de carnaval como quieren un balón durante la Copa Mundial de Fútbol… La mayoría de las veces, los padres no resistían y los acompañaban al stand “Fwèt Gwada” donde, por de 10 euros, participaban en la realización de su látigo…

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Richelieu Chelza

El látigo por accidente

“Mi trabajo real es conductor de máquinas pero, un día, difundí en la radio un anuncio para vender 30 metros de cuerda. La gente no entendió mi mensaje y varias personas me llamaron porque pensaron que yo hacía látigos, entonces mi hija me dijo que intentara hacer algunos”, contó Richelieu Chelza, que no podía imaginar que esta actividad adicional que lanzó en 2012 sería un verdadero éxito.

Richelieu explicó a sus clientes-alumnos, niñas y niños, que se quedaban tranquilos y disciplinados, las diferentes etapas para hacer el látigo con el que regresarán a casa. Los niños tenían en sus manos un trozo de cuerda de un metro de largo y miraban atentamente al “maestro”, sus ojos estaban brillando como si estuvieran en presencia de Papá Noël. Antes, Richelieu “mezcló” la cuerda porque quitó una de las tres “ramas” or uno de los tres trenzados y la (lo) reemplazó con otra (o) más delgada (o), por una cuestión de solidez, “pero esta etapa no es obligatoria”, dijo. Los niños no olvidaban hacerle preguntas y él les daban todas las explicaciones. Cuando le preguntamos si él era un “fouettard” (un chico que chasquea el látigo en la parte delantera del desfile de un “grupo de piel”) cuando él era joven, nos respondió con una sonrisa: “Cuando yo era joven, no era un “fouettard” y hoy no estoy en ningún grupo de carnaval”. Luego, el “maestro” mostró a sus pequeños alumnos cómo fijar en el extremo de la cuerda el pedazo de madera que servirá como mango. Richelieu vino con palos de varios diámetros para pequeñas manos. Separó cada hilo de la cuerda como un peluquero que estuvieran haciendo un moño y luego colocó el palo en el medio.

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Muchos pedidos

Los niños intentaron, lo mejor que pudieron, hacer lo mismo… Richelieu ató con fuerza un trozo de cuerda fina alrededor del extremo de la cuerda “desgreñada” y del mango. Repitió el mismo gesto, esta vez, con cinta adhesiva y mostró el resultado, con orgullo. Repetirá la misma operación para todos los niños sin dejar de contestar sus preguntas cuando no hubieran entendido algo. A veces fue interrumpido por otros padres con sus hijos que vinieron a pedir el precio del látigo.

En resumen, cada látigo tiene su precio, puede alcanzar los 50 euros o más y esto depende de la longitud y el diámetro de la cuerda. “Hay cuerdas simples o cuerdas más gruesas usadas para amarrar barcos, por ejemplo”, explicó, mostrándonos un látigo hecho con una cuerda marrón gruesa y imaginamos que se necesitó mucha fuerza en sus brazos para manejar tal objeto… Como profesional, Richelieu Chelza expuso en la mesa de su stand algunos modelos de látigo que él fabricó y que estaban en venta.

A lo largo del tiempo, Richelieu se ha forjado una excelente reputación en el campo del látigo porque no sólo los fabricó para los niños pequeños que quieren divertirse, sino también para los miembros de grupos de carnaval. “Los “grupos de piel” hacen sus propios látigos, pero cuando están agobiados de trabajo, sus miembros vienen a verme. Mi cartera de pedidos está llena, en este momento, el teléfono no deja de sonar, dijo.

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El “krash”, un elemento importante

Luego, Richelieu empezó una etapa esencial en la realización del látigo, es la “fijación” del “krash” en el otro extremo de la cuerda. “El “krash” es este cordón que se fija en el otro extremo del látigo. También se puede usar las fibras del karata, un árbol que crece aquí en Guadalupe”, explicó. Para esta operación, eligió un trozo de cordón verde que también fijó con una cuerda fina y cinta adhesiva. Luego, deshizo unos 2 centímetros del “krash” y nos mostró la parte interior: “esta parte blanca es “el alma” de la cuerda. Un buen látigo no toca el suelo. El ruido que oímos es causado por la velocidad del movimiento del látigo en el aire. Hay personas que ponen plomo al final del látigo para que haga una explosión”, dijo.

Recordamos entonces la muerte de este niño pequeño que había recibido fragmentos de plomo en su ojo, hace unos años en Anse-Bertrand… ¿Ha cambiado esta práctica peligrosa? Nadie lo sabe, pero podemos preguntarnos sobre eso cada vez que los “fouettards” de los “grupos de piel” están restallando sus látigos en la calle delante de los espectadores.

Si, por una vez, los niños esperaron con calma hasta que terminara su látigo, algunos padres estuvieron muy impacientes… A Dios gracias, Simone, la esposa de Richelieu Chelza, estaba presente para ayudarle a complacer a estos pequeños amantes del carnaval.