Lo mejor del espíritu universal del jazz estaba en La Habana

Fue un concierto excepcional. Como hacía años Cuba no vivía. Más de 50 destacados creadores de Estados Unidos, América Latina, Europa, África y Asia, encabezados por el norteamericano Herbie Hancock y el cubano Chucho Valdés se reunieron en La Habana, el pasado 30 de abril, para celebrar el Día Internacional del Jazz.

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Y el resultado no pudo ser más estremecedor: no hubo fronteras ni diferencias, ni altos ni bajos, sencillamente, la música brotó como una especie de epifanía llena de ritmos alegres, luminosos, cadenciosos y, sobre todo, emocionantes.

Durante poco más de dos horas, las casi dos mil personas reunidas en la Sala García del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso y espectadores aglutinados en las afueras del teatro (donde se colocaron pantallas gigantes para transmitir en vivir el espectáculo) deliraron con el jazz de alta factura que los artistas interpretaron en La Habana.

Un radiante Will Smith descolocó el telón del concierto para sorpresa de todos los asistentes. “Buenas noches a mi gente linda de Cuba”, dijo en español. “El jazz es la voz de la libertad para millones de personas porque penetra el alma humana, es un instrumento diplomático para unir a los ciudadanos de toda la tierra, es una forma de comunicarnos con el mundo…ese es el espíritu del Día Internacional del Jazz. Estoy muy contento de estar aquí”, aseguró el afamado actor.

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Una fraternidad musical

Le siguió la joven contrabajista norteamericana Esperanza Spalding quien, con evidentes raíces hispanas, se ganó al auditorio al rememorar el legado del sempiterno percusionista cubano Chano Pozo. Fue así como el primer tema del concierto rindió tributo al autor de Manteca – el tema más famoso de Pozo que se dio a conocer en el mundo del jazz en 1947 – interpretado por instrumentistas de la talla del saxofonista ruso Igor Burtman y los cubanos Oliver Valdés (batería) y Roberto Fonseca (piano), entre otros.

Irina Bokova, directora general de la Unesco, que convocó al concierto en La Habana junto al Ministerio de Cultura, el Instituto Cubano de la Música y el Instituto Thelonious Monk, se dirigió a los presentes después y expresó que“el jazz ha recorrido el mundo y ha tomado diferentes formas. Este concierto está hecho con lo mejor del espíritu universal del jazz. El jazz latino, y en especial el cubano es muy especial. El jazz transmite valores fuertes y habla sobre la libertad y la dignidad”.

Todo lo demás que sucedió en ese escenario es historia memorable. Los artistas celebraron la música y la hermandad.

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Músicos de todas las nacionalidades

Por el tabloncillo del teatro hicieron gala de sus cualidades interpretativas la saxofonista chilena Melissa Aldana, el guitarrista francés Marc Antoine, el cantante y bajista camerunés Richard Bona, el pianista chino A Bu, el trompetista alemán Till Bronner, el compositor brasileño Ivan Lins, el laudista tunecino Dhafer Youssef, el pianista libanés Tarek Yamani y la vocalista surcoreana Youn Sun Nah, quien fue impecable en su interpretación del tema Bésame mucho, la mexicana Consuelo Velázquez.

También fueron espectaculares las intervenciones del baterista mexicano Antonio Sánchez, el saxofonista ruso Igor Butman, el trombonista italiano Gianluca Petrella, el trompetista japonés Takuya Kuroda y el guitarrista francés Marc Antoine.

Por Cuba, el showman Bobby Carcassés puso a todos a bailar, mientras un incombustible Oscar Valdés, el tresero Pancho Amat, el percusionista cubano Yaroldy Abreu, William Roblejo, Eduardo Sandoval, Barbarito Torres, Yasek Manzano, Oscar Valdés, Orlando Valle (Maraca), Cesar López, y Alexander Abreu reafirmaron la calidad de lo que en el mundo se conoce y reverencia como jazz afrocubano.

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La Habana, ciudad jazzy

Mientras, de Estados Unidos regalaron sus notas el cantante Kurt Elling, los saxofonistas Kenny Garret y Antonio Hart, el baterista Carl Allen, los bajistas Marcus Miller y Ben Williams, el pianista Christian Sands, la vocalista Cassandra Wilson, quien se ganó varios ¡Bravos! por su profunda y melódica voz.

Momentos especiales de la noche fueron cuando subió el célebre productor norteamericano Quincy Jones a escena; y luego, con una camisa blanca y con la satisfacción de quien va a hacer lo que mejor saber, apareció sentado al piano Herbie Hancock. El mítico instrumentista habló sobre La Habana y, por supuesto, sobre el jazz.“Hay un viejo proverbio africano que dice: “una ciudad sin música es una ciudad muerta” y creo que estamos todos de acuerdo que La Habana es el lugar más dinámico e inspirador del planeta esta noche. Hoy, la solidaridad musical ha cruzado un sinnúmero de fronteras tanto las físicas como las espirituales probando que el jazz tiene el poder de mover a la humanidad en un mundo donde las cosas no siempre son fáciles”, expuso.

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La importancia del jazz afrocubano

Y agregó, “a través del jazz las barreras se derriban, las ideas se juntan y la imaginación cobra vida. En los miles de eventos que se han celebrado en cada rincón del mundo hemos presenciado cómo el jazz reafirma la creencia de la humanidad del hombre para el hombre. Significa mucho para mí estar hoy en Cuba porque el jazz afrocubano tuvo un lugar privilegiado en la historia y en la evolución y enriquecimiento de todo el género del jazz”.

Seguidamente, los aplausos no se hicieron esperar cuando el propio Hancock introdujo a dos de los pianistas más talentosos del jazz contemporáneo: los cubanos Chucho Valdés y Gonzalo Rubalcaba con el tema Blue Monk, como homenaje al centenario de Thelonious Monk.

La noche cerró con la interpretación conjunta del tema Imagine de John Lennon. Aunque claro, estando en Cuba, las notas del exBeatle se combinaron con la famosa Guantanamera. No podía ser de otra forma.

No cabe duda, los asistentes al concierto y quienes pudieron ver la transmisión en vivo guardarán siempre en su memoria esa noche excepcional, que volvió a confirmar que el jazz no tiene fronteras. Este 30 de abril, la Habana se inscribió en la historia de la música como ya lo habían hecho antes Nueva York, Estambul, Osaka, París y Washington.