Radiografía del teatro cubano en un festival

No existe en Cuba mejor cita para conocer lo más actual del panorama escénico que el Festival Nacional de Teatro de Camagüey. Cada dos años, lo más sobresaliente de la teatralidad producida en el último bienio de la isla se congrega en esta provincia el oriente cubano para mostrar esa pluralidad de estilos, maneras de ser y hacer del teatro cubano.

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Recién concluida, la 16 edición del Festival — que tuvo lugar del 1 al 9 de octubre— volvió a ser ese espacio dialógico y único entre teatristas y espectadores, entre tradición y modernidad, entre contenido y forma. Aun cuando su realización estuvo amenazada por el paso del huracán Matthew, la buena energía de la escena logró mantener intacto el espíritu de resistencia y permanencia del teatro nacional.

Auspiciado por el Ministerio de Cultura de Cuba y el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, el evento rindió homenaje a los directores Carlos Díaz y Carlos Celdrán, Premios Nacionales de Teatro 2015 y 2016, respectivamente ; y se dedicó a los 40 años de la creación del Instituto Superior de Arte, hoy Universidad de las Artes, y a los 30 años de la Asociación Hermanos Saíz, organización que agrupa a todos los jóvenes escritores y artistas cubanos menores de 35 años.

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31 obras en el escenario

Grupos de 12 provincias del país con 31 puestas en escenas estaban programados en la muestra oficial y en los segmentos especiales. No todos pudieron llegar hasta Camagüey (especialmente los de Santiago de Cuba y Guantánamo por donde finalmente pasó el fenómeno meteorológico), pero la selección que se presentó dejó un buen sabor en el público, en sentido general. Las jornadas se desarrollaron a sala llena, con la modalidad —incluso— del teatro de calle.

Puestas de la muestra para adultos como 10 millones de Argos Teatro, escrita y dirigida por el Premio Nacional de Teatro Carlos Celdrán; Balada del pobre BB, de Impulso Teatro; y CCPC, the Cuban Coffeby Portazo´s Cooperative, de Teatro El Portazo; así como los montajes del segmento Derivas espectaculares Charlot Corday o el animal, de Teatro El Público-AHS; y Así quiero. La familia como teatro, del proyecto LI-PEE mostraron, desde sus diferentes estrategias de lenguajes y escenarios, la diversidad que convive en el panorama escénico actual de la Isla.

Mientras, del teatro de títeres y para niños sobresalieron los montajes de los habaneros Teatro El Arca con La Cuca ; y La Proa con Érase una vez…un pato ; Las noches del cafetal de Los Cuenteros, de Artemisa ; y Superbandaclown, espectáculo coral de Teatro Tuyo, de Las Tunas, único grupo del oriente cubano que pudo llegar en la cita.

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(Re) Pensar el teatro, entre la teoría y la crítica

Testimonio del proceso creativo y dialógico entre los creadores cubanos fue el evento teórico (Re)pensar el teatro – (Re)presentar el pensamiento. Críticos, teatrólogos, especialistas e investigadores de la escena de todo el país se dieron cita para debatir sobre los caminos actuales del teatro cubano, tomando como punto de partida la muestra artística que se presentó.

El diálogo con voces autorizadas de la escena se centró en la enseñanza del teatro en las escuelas, el trabajo del actor, las responsabilidades del director, la importancia del diseño en la puesta en escena, el comportamiento actual del teatro de títeres y para niños y el trabajo de la crítica en vigía de la creación en la escena. Hubo además, lecturas dramatizadas y desmontajes de obras.

Los foros temáticos principales estuvieron dedicado a los 40 años de la Universidad de las Artes, a los 30 de la Asociación Hermanos Saíz, y al trabajo de los centros cubanos de organizaciones como la UNIMA (Unión Internacional de la Marioneta) y de la Asociación Internacional de Teatro para Niños y Jóvenes (ASSITEJ, por sus siglas en francés).

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Un festival para “buen teatro” 

Varias publicaciones teatrales también fueron presentadas durante las jornadas teóricas. Libros en versión digital e impresa de editoriales de la Asociación Hermanos Saíz, Tablas-Alarcos, Arte y Literatura, Unión, Conjunto y Casas de las Américas completaron esta plataforma sustentada en el ejercicio del criterio.

Para Noel Bonilla, Comisionado Artístico de la 16 edición, este encuentro teórico fue necesario, pues “nos invitó a pensar en la importancia de redimensionar la crítica en los medios de prensa”.

Para el especialista, el Festival no es otra cosa que “buen teatro más allá de tendencias y preferencias. Ahí está la clave para entender el privilegio que significa la escena como sitio de convite y convicción poética. Basta validar aquello que ‘está vivo y cambia’”.

No cabe duda que, desde su creación en 1983, el Festival Nacional de Teatro de Camagüey se ha legitimado como plaza idónea para recorrer los caminos de la escena cubana, cuyo contraste cualitativo se reafirma en la multiplicidad de vocabularios y variaciones estéticas.