
La cantante Xénia Caraïbe es una de las pocas artistas de Guadalupe que se presentó en los cinco continentes. En efecto, durante muchos años, tuvo la oportunidad de trabajar con muchos artistas caribeños, europeos, africanos y estadounidenses, conciertos que la llevaron a una veintena de países. Desde hace unos diez años, vive en Guadalupe donde, sin hacer ruido, continúa su carrera como cantante y diseñadora de proyectos artísticos.

Ella tiene un nombre bastante raro, Xénia, y tiene como apellido el nombre de la región donde vive, Caribe (Caraïbe, en francés). A menudo, se le preguntó cuál era su verdadero nombre y apellido porque se creía que era un nombre artístico. Este apellido, ella lo heredó de su padre que era el hijo de un indio Kalinago de la isla de Dominica que emigró a Guadalupe. Xénia Caraïbe nació en Senegal de padres guadalupeños. Como su padre era soldado, viajó mucho con su familia desde muy joven (Senegal, Francia, Guyana, etc.). Su padre también era saxofonista en la banda del ejército entonces, decidió inscribir a sus hijos en el Petit Conservatoire de Toulouse. “Mi hermano y yo, aprendimos allí las bases del solfeo, dos años después, regresamos a Senegal luego a Marsella. Pero siempre formé parte de una asociación de baile y música”, dijo Xénia. Más tarde, su padre obtuvo un contrato en la República Centroafricana, la chica que decidió ingresar en la Facultad de Derecho de la Universidad de Marsella no siguió a sus padres en el continente africano. “Mi padre quería que pasara el examen para convertirme en abogada. Pero rápidamente dejé los estudios de derecho para entrar en “Les Flamboyants” luego “Les Caraïbes”, que era un verdadero grupo musical dirigido por el Sr. Jacquelin. Su mujer y sus hijas también formaban parte de la banda y, durante casi 5 años, dimos varios conciertos por todo el sur de Francia”, dijo la cantante. Se adaptó pronto a este cambio de vida que le pareció muy normal : “Siempre supe que sería una artista. De una manera muy “mística”, yo sabía que era parte de ese mundo, no fue una sorpresa. Por cierto, siempre me gustó cantar, pero nunca tuve carteles de cantantes en mi habitación, nunca fui fan”, dijo.

Roland Louis, un encuentro del destino
En 1981, Xénia Caraïbe pensó que ya había alcanzado un nuevo nivel en la vida artística, creyó que la región mediterránea era demasiado pequeña entonces decidió ir a París, donde ya vivía su hermana. La joven artista hizo varios trabajos (cuidado de niños etc.) para ganarse la vida, pero cada vez que se presentó la ocasión, participó en espectáculos en diversos lugares tales como las Casas de Jóvenes y de Cultura donde cantó la “variedad francesa”, la música antillana, muchas veces gratuitamente. “Poco a poco, a la gente le gustaba mi voz, le gustaba la música. En aquella época en París, había una gran mezcla musical a causa de la World Wusic. En un grupo, había varias nacionalidades, pero cada uno de nosotros tenía su proyecto artístico”, recordó. Allí conoció a Roland Louis, el gran pianista, el director de orquesta, el arreglista de las canciones de David Martial, entre otros artistas, que también dirigía las sesiones de grabación en el estudio. “Me oyó cantar en algún lado y me dijo que necesitaba voces”, dijo Xénia. Así fue como la cantante hará los coros de varios artistas antillanos y africanos. “Mucha gente no lo sabe porque no está escrito en la portada pero canté coros en el álbum “Rêve Bleu” de Gilles Floro en 1986. También canté en los temas de artistas guadalupeños o martiniqueses como Frédéric Caracas, Éric Brouta, José Versol, Freddy Marshall, Thimothey Hérelle etc; con éste, también me fui de gira. Trabajé con Lisette Malidor en una lectura dramática. También canté con muchos artistas y grupos africanos”, dijo.

Cantar con muchos grandes artistas africanos
En efecto, esta lista de artistas africanos con quienes Xénia Caraïbe trabajó es muy larga. Por ejemplo, hay : el muy conocido músico congoleño (ex zaireño) Sam Mangwana; el cantante y guitarrista congoleño (ex zaireño) Maika Munan y el grupo “Tabala”; la famosa cantante congoleño (ex zaireña) Tshala Muana; la cantante y música maliense Rokia Traoré con la que la guadalupeña se irá de gira durante dos años en Europa, Canadá, Japón, Australia; el baterista marfileño Tiacoh Sadia que lanzará el CD titulado “Zougnon Wa” con como cantante principal Xénia Caraïbe; el músico camerunés Gino Sitson; el togolés Allan Adoté con el que Xénia cantó durante tres años en EuroDisneyland en un espectáculo titulado “Allan Adoté and Soul Connection”; “Le Grand Orchestre de Rido Bayonne” que la artista guadalupeña no considera como un simple grupo, sino sobre todo como “la más grande escuela de música” que nunca tuvo, porque “Rido Bayonnne que es un gran señor, domina todos los estilos musicales”; el grupo “Nipa”, un sexteto de polifonía africana a capella con 3 chicos y 3 chicas de la Costa de Marfil, los Estados Unidos, Martinica y Guadalupe que cantaba en cuatro idiomas (Ashanti, Akan, Abouré y Twi) y hizo giras durante diez años. “Ya canté en una docena de idiomas. Después de haber trabajado durante años con artistas africanos, sé que las lenguas no son difíciles de recordar, pero lo más difícil es el ritmo inherente a la música”, dijo Xénia Caraïbe.

La corista de estrellas como Dave, Nicoletta, Gloria Gaynor…
Además de la colaboración con artistas caribeños y africanos, la guadalupeña trabajó en conciertos y programas de televisión con estrellas europeas como la cantante francesa Nicoletta, el cantante francés Jean-Louis Aubert, el cantante holandés Dave. “Dave es un gran artista que tiene un gran conocimiento de la profesión y de la audiencia. Les dan a sus fans lo que quieren eso explica su carrera muy larga (…) Nicoletta me llamó por teléfono personalmente. Me había conocido en “Le Grand Orchestre de Rido Bayonne”. Estas estrellas tienen relaciones muy sencillas con la gente”, dijo. También trabajó con la cantante griega Nana Mouskouri para programas de televisión. “Se trataba de programas presentados por Michel Drucker o Patrick Sébastien, se necesitaban “verdaderos” cantantes porque la audiencia estaba cansada del playback y quería canciones en vivo”, dijo la cantante. Además, Xénia Caraïbe trabajó con la cantante estadounidense Gloria Gaynor que goza de enorme popularidad en Francia desde que el tema “I will survive” que ella cantó en 1978 se convirtió en el himno de los futbolistas franceses después de su victoria en la Copa del Mundo de Fútbol de 1998. “Ella es una gran artista, una gran profesional…que dice “buenos días“. Fue Allan Adoté, el director de orquesta, que me llamó para que formara parte de la sección de voces con ocasión de un gran concierto de Gloria Gaynor. Los productores habían construido una ciudad en tiendas de campaña en el desierto para este festival en Túnez”, dijo. “También hay que decir que, en este mundo, se trabaja en red. Las compañias de producción a menudo organizan giras para varios artistas al mismo tiempo. Automáticamente, un músico a veces puede reemplazar a otro. Además, para salir de gira, estar con las mismas personas durante meses, hay que saber vivir en grupo”, añadió.

La reapertura de “Le Bal Nègre” en París en 2002
Durante años, la artista viajó por el mundo. En Europa, cantó en Francia, Italia, España, Suiza, Finlandia, Bélgica, Gran Bretaña; en África, se presentó en Túnez, Senegal, Burkina Faso, Chad; en Japón, paró en Tokio, Kioto y Osaka; en Australia, hizo escuchar su voz en Adelaida, Melbourne y Sidney; en los Estados Unidos, las giras la llevaron, entre otras ciudades, a Nueva York, Boston, Seattle, Memphis, Washington, Chicago, Los Ángeles; en Canadá fue a Montreal, Vancouver y Harrison Hot Springs; en el Caribe, por el momento sólo conoce a Guadalupe y Martinica, pero tiene la intención de darse a conocer en otras islas.
A su regreso a París en 2002, Xénia Caraïbe y el famoso músico Max Cornélie reabrieron con gran pompa la sala de “Le Bal Nègre” en París para organizar allí espectáculos. Este lugar mítico donde tocaban todos los grandes artistas antillanos del beguine en el período de entreguerras y que Mistinguett, Joséphine Baker, Jean-Paul Sartre o Albert Camus frecuentaban estaba cerrado desde hacía años. Fue un gran evento en la capital francesa. Estaban presentes para esta apertura, los “pilares del beguine”, incluidos Moune de Rivel, Jenny Alpha y Al Lirvat. “Después de un ensayo para una gala de música tropical, Max Cornélie y yo decidimos que era necesario dar un poco más de “nobleza” a nuestra música, especialmente a los ritmos que habían traído el esplendor al “París Negro” entre 1920 y 1960. Entonces, habíamos creado “Récitals de la Musique Caraïbe” (Recitales de la Música del Caribe), un proyecto que nos llevó a una sala en Choisy le Roi, donde conocimos a Jean-Pierre Meunier, el responsable de la “Collection Musicale Caraïbe” en la editorial Frémaux, que nos ayudará a abrir este templo de la cultura de los años veinte”, contó Xénia. Por razones jurídicas, esta famosa sala no conservó su nombre original, hay que decir que, con los cambios sociales, la palabra “negro” se volvió muy peyorativa. El lugar que se renovó en 2017 ahora se llama “Le Bal Blomet”…

Diversas experiencias en el cine
Durante su carrera, Xénia Caraibe también descubrió el mundo del cine. En efecto, en 1988, la cantante cantó “Santiman Mwen”, un tema en criollo en la película “L’Étudiante” de Claude Pinoteau con Sophie Marceau. Fue el productor Pierre Aubert con quien ya había colaborado que le dio la oportunidad de trabajar con el gran compositor de cine, Vladimir Cosma. “La audición fue rápida y concluyente, comencé la grabación una semana después” dijo. También ella trabajó para la serie televisa “Tous en Boîte” en la cadena francesa TF1, para la película y la serie de televisión “Jean Galmot, Aventurier” y para el cortometraje titulado “Il était une fois Sasha et Désiré” (2006) de la cineasta martiniquesa Cécile Vernant. La artista guardó vivos recuerdos de estas experiencias diferentes en el séptimo arte: “Para “Tous en Boîte” y “Jean Galmot, Aventurier”, se trataba sobre todo de actuaciones de artistas, de días de rodaje con los amigos… Para “Il était une fois Sasha et Désiré”, yo tenía que aparecer interpretando mi propio papel de cantante del famoso lugar, “Le Bal Nègre”, que mis compañeros y yo habíamos reabierto en 2002, es decir 40 años después del cierre”. Además, la banda sonora de la película “Il était une fois Sasha et Désiré” se realizó con los músicos Max Cornélie, (contrabajo) Gilbert Anasthase (canto), Roland Malmain (teclado), Jean-Pierre Ismaël (batería) Ti-Marcel (saxo tenor), Daniel Misaine (violín) y Christian Jésophe (clarinete).

Un regreso discreto pero activo a Guadalupe
En 2006, Xénia Caraïbe regresó al país después de la muerte de su madre, el año anterior. Ella que viajó por el mundo y cantó en escenarios muy grandes frente a 20.000 personas durante quince años habría podido considerar la isla demasiado pequeña para ella, pero se acostumbró poco a poco a su nueva vida de cantante “sedentaria”. Sin embargo, nunca dejó de cantar porque no esperó que alguien viniera a buscarla. Ella entendió rápidamente que su “notoriedad” podría representar más bien un obstáculo para ella. Entonces, sin hacer ruido, rodeada de músicos profesionales serios, elaboró proyectos de espectáculos como “París Biguine” ou “Kafé Jasmin” que presentó a dueños de restaurante etc. Se reconoce ahora la calidad de sus conciertos y hoy su agenda está llena… “El trabajo es el mismo en los escenarios pequeños o grandes, sólo cambian los medios técnicos y financieros. En efecto, canté frente a 20,000 personas, pero pienso que la sala con 200, 100 o 50 personas es la más delicada”, dijo la artista. Además, desde hace ocho años, Xénia Caraïbe es profesora de canto en el Centro Cultural Sonis. También animó un taller de canto en el CROUS de Fouillole, durante 4 años. “La transmisión es una de las salvaguardias de la identidad cultural. La cultura no es una pregunta sino una respuesta”, concluyó la artista.